Apocalipsis 3:7-8. Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.

Nacida del corazón De Dios,

Fuimos plantados y establecidos como casa De Dios y puerta al cielo. Para que todos los sedientos, cansados, abandonados y despreciados puedan venir y juntos adorar al único Dios, nuestro Padre, Jehova Dios de los ejércitos; y, a quien dio su vida por todos nosotros, nuestro Señor y Salvador Jesucristo; y a la persona más amada y anhelada, El Amado de nuestro corazón, amigo y fiel compañero, guía y ayudador, El Espíritu Santo. Ven que la puerta está abierta para todos no importando su condición.

Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.